jueves, 26 de junio de 2008

Breviario

VII
Si él solicita algún favor de mi cuerpo,
no se lo negaré.
Pero en cuanto decida hablarme,
enmudeceré.
Yo, la diosa del amor, sólo sé de gritos y aullidos.

IX
Maldices los pasos
que da para alejarse de tu lado;
pero peores, bien lo sabes,
fueron los que la trajeron hasta ti.

XV
Me pides que te diga la verdad,
me pides que sea sincero
y muestre mis reales intenciones.

Pero no puedo: te amo.

XVII
Mi poesía ha sido ignorada
y cayó al fin el Imperio;
¿cómo esperabas, Lesbia,
que mi amor fuera eterno?

XXIX
Si fueras mi alma gemela,
mi otra mitad,
deberías saber por qué callo.

XXXI
La adolescente despreocupada
que pasaba en bicicleta,
la que mascaba chicle
y se sentaba, plácida,
en el borde de la acera,
esa que aún tiene tus mismos ojos,
¿en qué parte de ti vive, señora?

XLIV
Dices
morirte de amor.
¿Te atreverás a dar
una muestra sincera de ello?

XLVIII
Juré amarte por toda la vida;
sí,
enloquecido de amor.

Jaime Alberto Vélez (1950 - 2003)

sábado, 21 de junio de 2008

$13.477,20 por segundo

HABLEMOS DE PLATA: “AL 30 DE abril de 2008, la utilidad acumulada neta sin consolidar de Bancolombia totalizó $425,0 miles de millones, incrementándose 56,6% comparada con las cifras del mismo periodo en 2007”. (www.grupobancolombia.com).
Una ganancia casi inverosímil, complicada de captar, en especial a mentes acostumbradas a la tacañería del salario mínimo: 425.000 millones de pesos al año. Esto es, $1.164’430.137 por día, suponiendo que el banco hubiera trabajado sin parar a sol y sombra, 365 veces al año: más de mil millones de pesos por día. Esto es, $48’517.922 por hora, volviendo a suponer que los empleados del banco no almuerzan ni sus vigilantes, revólver en mano, hacen siesta. Más de 48 millones de pesos por hora. Esto es, $808.632 por minuto. O sea, para abreviar los cálculos de este nuevo y ácido índice financiero, $13.477,20 por segundo. Ahora sí: utilidad acumulada neta sin consolidar de Bancolombia: trece mil cuatrocientos setenta y siete pesos con veinte centavos por segundo.
Cuente hasta 10 para que se le pase el asombro o la rabia. ¿Ya contó? Pues, ahí Bancolombia se ganó $134.772. Si le parece poco, como a algunos, entonces tenga en cuenta que mientras usted lee esta columna hasta este punto (marcado con una estrellita, *) han pasado, contados a la carrera, unos 180 segundos, suponiendo que usted haya sido capaz de leer sin titubear la cifra de utilidades por día, $1.164’430.137, mil ciento sesenta y cuatro millones cuatrocientos treinta mil ciento treinta y siete pesos, moneda legal. Lo que da, damas y caballeros, $13.477,20 por 180 segundos: $2’425.896. Casi dos millones y medio de pesos mientras leía hasta la estrellita. Mejor lea más rápido, sin respirar, tráguese uno o dos mil millones y ahórrese el signo $. O más despacio, peso a peso, si por casualidad es accionista del banco.
¡Qué utilidad, Dios mío! $13.477,20 por segundo: una cifra colosal: un lucro fabuloso. Creo yo, gentecita del montón. No piensa igual Jorge Londoño Saldarriaga, presidente de Bancolombia: “Todos los negocios buscan la rentabilidad del capital y, téngalo por seguro, la de las instituciones financieras no es la más alta del país”. (El Espectador, 8 de junio de 2008). Vuelva a leer, a $13.477,20 por segundo: la rentabilidad del capital de las instituciones financieras, entre las cuales sobresale Bancolombia, no es la más alta del país. Y no lo digo yo, téngalo por seguro.
¿Se embolsillan $13.477,20 por segundo y todavía les parece poco? Con razón tienen el eslogan que se merecen, esa pregunta de arribistas a la que, por ignorancia o por descuido, le suprimieron el signo de interrogación de apertura, en contravía de las modestas y de por sí poco rentables normas de ortografía de la lengua española: Qué tan alto quieres llegar?
~~~
Rabito de paja.- Confiemos, quién quita, en la justicia poética: “Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”: Lucas 18: 25.

jueves, 12 de junio de 2008

Canción del amor sincero

Prometo no amarte eternamente,
ni serte fiel hasta la muerte,
ni caminar tomados de la mano,
ni colmarte de rosas,
ni besarte apasionadamente siempre.
Juro que habrá tristezas,
habrá problemas y discusiones
y miraré a otras mujeres
vos mirarás a otros hombres
juro que no eres mi todo
ni mi cielo, ni mi única razón de vivir,
aunque te extraño a veces.
Prometo no desearte siempre
a veces me cansaré de tu sexo
vos te cansarás del mío
y tu cabello en algunas ocasiones
se hará fastidioso en mi cara.
Juro que habrá momentos
en que sentiremos un odio mutuo,
desearemos terminar todo y
quizás lo terminaremos,
mas te digo que nos amaremos
construiremos, compartiremos.
¿Ahora si podrás creerme que te amo?

Raúl Gómez Jattin

viernes, 6 de junio de 2008

Serás taxista

| 5 Junio 2008 - 8:32pm

Esteban Carlos Mejía

Rabo de paja

Serás taxista

Por: Esteban Carlos Mejía
A LAS TRES CUADRAS EL TAXISTA SE pone a contarme una historia de la vida ordinaria. Cuando Pablo Escobar mandaba en Medellín, dice, y era un rey sin corona, según proclama su epitafio, le mandó a pegar una calcomanía al vidrio de atrás del carro de una hermana: ‘Este carro es de la hermana de Pablo Escobar. No se lo robe. Evítese molestias’.

No me crea tan pendejo, digo, y nos reímos juntos. A los taxistas les sobra marrulla, memoria o desmemoria, fetichismo: mera recocha.

Y no me refiero a ellos como seres de carne y hueso ni mucho menos como “personificación de categorías económicas”, al gusto del astuto Marx, ni siquiera como “representantes de determinados intereses”. No, como el anofeles ayuda a transmitir el paludismo, los taxistas transmiten, sin querer queriendo, la ignorancia acumulada y las leyendas urbanas, estereotipos, prejuicios y absurdos que conforman nuestro imaginario colectivo.

Fueron, por ejemplo, los primeros en reclamar que a este país le hacía falta un Fujimori. Ahora que tenemos uno dicen que es un berraco. Y pobrecito del que se atreva a llevarles la contraria. ¿Y los paracos? Un mal menor. Me ofusco: ¿pero acaso no son iguales a la guerrilla, el mal mayor? Confunda pero no ofenda, amigazo.

Tratan a los muertos como si estuvieran vivos. Carlos Gardel no se achicharró en un accidente en el campo de aviación hace ya más de setenta años. Ni la Policía mató a Pablo Escobar en el techo de la casa donde se escondía. Carlos Castaño aún vive, al igual que su hermanito Rambo. Ahora que está temblando, en la China y en Quetame, se acuerdan del ‘batolito antioqueño’, un incomprobable manto subterráneo que protege a Medellín y a sus empinadas laderas contra cualquier seísmo.

Sus perspectivas políticas son arrevesadas, por lo demás: Fajardo fue mejor alcalde que LuPe, sí, pero, se lamentan con nostalgia, ‘los políticos de antes robaban y dejaban robar’. ¿El mejor presidente de Colombia? Qué bobada, eso no se pregunta. Lástima que no sea vitalicio. ¿Ah, sí?, digo, por no quedarme callado. ¿Y las alzas en la gasolina? La culpa es de Chávez, patroncito.

Creen en lo que quieren creer, y se lo hacen creer a sus clientes, con una convicción que podría ser poética si no fuera patética. Los pasajeros, cándidos habitantes de Macondo, se bajan del taxi y repiten por doquier lo que han oído, en una propagación casi fractal de exageraciones sin sentido y de opiniones sin pies ni cabeza.

Cabeceo con escepticismo. Mi percepción es distinta, digo. Me miran por el retrovisor con misericordia. A usted le falta fe, amigazo. Si la vida le parece berraca, póngase a manejar taxi y verá. Al cabo de doce o catorce o más horas al volante, a duras penas alcanza para pagar gasolina, lavada, brillada, cuota, mercado, útiles del colegio, alquiler, servicios públicos, sin contar lo que le toca al dueño del carro. No queda ni para ir a ver jugar al Nacional, papá. Además toca aguantarse a los azules con sus multas y contravenciones y el pico y placa y los tacos y las obras de Metroplús y las pirámides de la Oriental y a los incrédulos como usted. ¿Sabe qué le dijo Dios a Adán cuando lo echó del paraíso? ¡Serás taxista, hijuemadre!

Rabito de paja.- ¿Quién hizo el mejor tiempo en la etapa contrarreloj de la reciente Vuelta a Colombia? Hernán Buenahora. ¿Quién más iba a ser?

* Novelista y periodista antioqueño.